Monumentos
CAMALEÑO
SANTO TORIBIO DE LIÉBANA
El Monasterio de Santo Toribio de Liébana, está situado en el municipio de Camaleño, en una de los repliegues del monte Viorna. Su fundación pudo ser obra de Toribio el monje, natural de Turieno, que predicó en tierras palentinas durante el siglo VI y se retiró a las montañas de Liébana con un grupo de compañeros.
En el año 828 aparece por vez primera citado documentalmente bajo la primitiva advocación de San Martín. En el 915 viven en comunidad dieciocho monjes. La primera constancia escrita del cambio de advocación de San Martín a Santo Toribio es del año 1125. Su culto pudo bien iniciarse con motivo del traslado desde Astorga (León) del cuerpo del Santo obispo. A finales del siglo XII el monasterio pasa a ser priorato, dependiendo de San Salvador de Oña, y será en el año 1256 cuando se construye la iglesia gótica que, reformada sobre los restos de otra románica más antigua, es la que se contempla en la actualidad.
Durante la Edad Media el monasterio tuvo gran importancia a tenor de las donaciones, compras y permutas que se efectuaron y ejerció un importante dominio en los valles de Valdebaró y Valdecillorigo, principalmente. En el siglo XIX se promulgó la Ley de Desamortización de Mendizabal y los bienes del monasterio fueron adquiridos en pública subasta. Se produjo el abandono del monasterio hasta que en el año 1961 se hizo cargo del mismo la comunidad franciscana, que continua en la actualidad.
Las excavaciones realizadas en el interior de la iglesia han permitido localizar los restos de lo que fue una iglesia prerománica, entre los siglos IX y X, con ábsides cuadrados; pasando posteriormente a construirse una iglesia románica con ábside semicircular y, finalmente, la iglesia gótica que ahora podemos contemplar.
La iglesia actual ha sufrido muchas modificaciones. Tiene tres naves, siendo más ancha la nave central, que se cubre con bóveda de crucería, que las naves laterales. En la cabecera existen tres ábsides poligonales y en el ábside izquierdo se puede contemplar una estatua yacente de Santo Toribio, del siglo XIV, realizada en madera de olmo, que se conserva en una urna de cristal, debido a que antiguamente los peregrinos se llevaban trozos de astillas de la talla.
Abierta en el muro norte de la iglesia, a comienzos del siglo XVIII, se encuentra la Capilla del Lignum Crucis, de estilo barroco y de planta circular. Existen para su acceso tres tramos; el primero, cubierto con bóveda de crucería; el segundo, con una cúpula sobre pechinas y una linterna octogonal y el tercero, un presbiterio con bóveda nervada. Las pechinas de la cúpula, de un color blanco vivo, representan a los cuatro Evangelistas. El zócalo está decorado con inscripciones latinas alusivas a la Cruz de Cristo.
En el presbiterio se encuentra un templete de madera dorada, colocado sobre un altar de piedra, que es lo más significativo de la capilla. Su construcción fue sufragada por Francisco de Otero y Cossío, nacido en el pueblo de Turieno (Camaleño), arzobispo de Santa Fé de Bogotá. En el interior del templete se guarda y venera el «Lignum Crucis». La reliquia fue traída desde Jerusalén a Astorga por Santo Toribio, guardián de los Santos Lugares, ante la amenaza de la invasión de los persas; allí, en su ciudad natal permaneció hasta que muy probablemente, ante la invasión de los árabes, en el 711, fue trasladada al monasterio lebaniego junto con el cuerpo de Santo Toribio y otras reliquias que había traído el Santo desde Jerusalén.
La primera constancia escrita de la presencia de la reliquia en el monasterio lebaniego se encuentra en un inventario realizado en el año 1316. En el siglo XVI los monjes benedictinos dividieron en dos partes el Santo Madero, colocándolo en forma de cruz e introduciéndolo en el interior de un relicario de plata sobredorada. Actualmente los peregrinos pueden besar la reliquia por medio de una abertura en el relicario, que deja un trozo de madera al descubierto. En el año 1938 se realizó una medición oficial que dio como resultado las siguientes dimensiones: 63 cm en su trozo vertical, 39 cm en el horizontal y con una anchura que oscila entre 4 y 9 cm, lo que significa que es el mayor trozo de la Cruz donde murió Cristo que se conserva en la actualidad.
Con motivo del traslado realizado de la Santa Reliquia a Madrid, en el año 1958, se realizó un estudio científico en el Instituto de Investigaciones Forestales, dictaminado el análisis que se trataba de una madera de conífera, con color tabaco claro y densidad de 0,700, con una estructura leñosa que señala el género «cupressus», especie «sempervivens», muy común en Palestina, señalando que no hay nada que se oponga a que la madera estudiada pueda tener más de dos mil años.
Por una de las puertas laterales de la capilla del «Lignum Crucis» se entra al claustro, construido en el siglo XVII, de sabor herreriano, y donde se pueden contemplar en sus paredes, paneles con datos históricos y fotografías del monasterio, así como reproducciones de los Beatos. Se cree que Beato de Liébana fue monje del monasterio de Santo Toribio y que en éste lugar escribió el Comentario al Apocalipsis, que ha pasado a la historia porque dió paso a la ilustración de códices, conocidos como Beatos, que son el punto de arranque de la pintura y escultura mozárabe y románica. En el zaguán de entrada al claustro hay un bajorrelieve de Beato de Liébana, obra del escultor cántabro Jesús Otero.
En la fachada meridional de la iglesia la puerta principal tiene un arco de medio punto, con arquivoltas apoyadas en capiteles; la segunda puerta es la denominada «Puerta del Perdón», que sólo se abre durante los Años Jubilares, y es por donde entran los peregrinos que quieren ganar el jubileo. Es románica, de arco de medio punto rebajado, y su moderna puerta está decorada con figuras de bronce que representan a los Santos Lebaniegos y es obra del escultor cántabro, Pereda de la Reguera.
Cerca del monasterio existen aún varias ermitas y restos de otras que formaron parte del conjunto monacal. Sobre todas ellas destaca Cueva Santa, el más antiguo de los oratorios, situada en la mitad de la vertiente norte de la Viorna y a la que se accede por una pista y posteriormente por una senda de montaña. Cueva Santa se edificó aprovechando la roca existente y se accede a ella por medio de un sencillo arco de medio punto formado por grandes dovelas que apoya en cimacios prismáticos y éstos, a su vez, sobre jambas monolíticas. El techo es de lanchas de piedra y hay una pequeña ventana. Dice la tradición que Santo Toribio se retiraba a orar a éste lugar.
Otras ermitas son las de San Miguel (XII), que se encuentra dominando los pueblos de Turieno, Argüébanes y el macizo Oriental de Picos de Europa, y la de Santa Catalina, de finales del XII, que conserva su vieja espadaña románica. Hubo otras ermitas, de las cuales hoy solamente quedan sus restos.
En Santo Toribio se continua con la tradición de la «vez» que consiste en que dos vecinos de cada pueblo lebaniego acuden al monasterio para adorar y venerar a la reliquia, en un turno rotatorio desde el día 16 de abril hasta el primer domingo de octubre. Si importante es la «vez» para los lebaniegos, más lo es pertenecer a la Cofradía de la Santísima Cruz, fundada en el año 1181 por los obispos, Juan, de León, Raimundo II, de Palencia, Rodrigo, de Oviedo, y Marino, de Burgos. Fue creada en un principio para designar a un sacerdote que cantase diariamente misa por los cofrades vivos y difuntos. En la actualidad cuenta con gran número de cofrades repartidos principalmente en Liébana y en otros puntos de la geografía española y del extranjero.
Finalmente hay que destacar la celebración del Año Jubilar en el Monasterio de Santo Toribio cuando la fiesta de Santo Toribio, 16 de abril, coincide en domingo. Desde ese día hasta el 16 de abril del año siguiente se celebra el Año Jubilar Lebaniego. La próxima celebración será desde el 16 de abril del año 2.000 al 16 de abril del año 2.001, coincidiendo con el cambio de milenio, por lo que se espera que la asistencia de peregrinos al monasterio lebaniego sea multitudinaria.
Hay constancia documental de la celebración del Jubileo desde el siglo XVI. Los Papas Julio II y León X confirmaron el Jubileo no sólo para el día del Santo, sino los siete días siguientes. En el año 1967 la Santa Sede concedió la gracia de que el Jubileo tenga la duración de un año. Esta celebración religiosa ha servido para que la devoción al «Lignum Crucis» se extienda aún mucho más fuera de los límites geográficos de la Comunidad Autónoma de Cantabria.
ARQITECTURA POPULAR: LOS HÓRREOS
Los hórreos han sido una construcción muy típica desde tiempos antiguos en el noroeste de la Península.Documentalmente la primera mención que se hace de este tipo de construcción aparece en el Cartulario del Monasterio de Santo Toribio de Liébana y corresponde al 25 de enero del año 831. El primer hórreo citado en dicho documento se encontraba en el pueblo de Lon (Camaleño); desde entonces siempre han formado parte d
e la arquitectura tradicional lebaniega donde aún se conservan una veintena de ejemplares, repartidos en toda la comarca, principalmente en el municipio de Camaleño.
Esta construcción, de forma rectangular, se compone de un habitáculo de madera con tejado a dos o cuatro aguas y que está elevado sobre el suelo por cuatro postes de madera o, en algunos casos, de piedra, en forma de pirámide truncada, apoyados en una solera de piedra. En su parte superior se sitúa una losa donde va fundada la estructura, compuesta por cuatro vigas horizontales, las cuales soportan el peso de la construcción. La losa puesta sobre la piedra es una superficie mayor que la base donde está colocada y tiene por finalidad que no trepen por ella ratones ni ratas, evitando que arruinen las cosechas allí almacenadas, como era el caso del trigo o del maíz, o viandas como cecina, jamón o manzanas. La entrada al hórreo se efectuaba a través de una escalera totalmente independiente, cuyo último peldaño no conectaba con la vivienda; es decir, dejando un espacio en el aire entre la terminación de la escalera y el piso del hórreo, que tenía la finalidad de evitar los destrozos que pudieran causar los roedores.
Los cereales se guardaban en grandes arcas de roble que se llamaban «trojas» y estaban asentadas sobre lanchas de piedra, con el fin de evitar que barrenaran su fondo y por el agujero sacasen el grano. En mitad del hórreo se solía guardar el «duernu», que era un recipiente donde después de la matanza del cerdo y previamente abierto, se guardaba la carne y el tocino. Los hórreos generalmente eran compartidos por varios vecinos y la parte inferior se utilizaba para guardar los aperos de labranza, carros y, leña. Debido a los cambios que ha sufrido el modo de vida de la comarca es un elemento etnográfico en desuso que se está intentando recuperar.
Quiénes somos
"Liébana y Picos de Europa" es la Guía multimedia interactiva más completa editada hasta la fecha sobre esta rica y variada comarca de la Comunidad Autónoma de Cantabria.