VEGA DE LIÉBANA

LA CASONA DE LOS COLMENARES DE VALMEO

valmeoUna singular casona-fortaleza que centró la historia del pueblo de Valmeo, puesto que en ella nacieron personajes que tuvieron un papel preponderante y singular en la historia española. La Casona de los Colmenares debió de jugar desde la época medieval una función eminentemente defensiva, como aún se aprecia por las aspilleras que forman parte de su estructura.

El primer personaje importante que nació en esta casa fue Eugenio Francisco de Colmenares, en el año 1694, quien ingresa a la edad de veinte años en la Compañía de Jesús. Fue un gran orador, desempeñando el cargo de rector en los colegios de León, Valladolid, Salamanca y Orense. Otro personaje vinculado a la casona fue Sebastián de Colmenares, diplomático y marino, que nació en el año 1620 y en 1647 fue nombrado secretario del Virreinato del Perú y, posteriormente, capitán de una de las compañías de la Armada del Sur.

Pero, sin duda, el personaje crucial de la Casona de los Colmenares de Valmeo fue Manuel de Colmenares y Prellezo, que pasará a la historia de la comarca como el cabecilla de la rebelión que en el año 1823 se sublevó contra el gobierno constitucional, empuñando las armas al grito de «¡Viva el Rey¡». Manuel Colmenares escribió una proclama en Valmeo, invitando a los lebaniegos a unirse a su causa. Se nombró la Real Junta de Armamento y Defensores del Partido de Liébana y una de sus funciones fue alistar a los Voluntarios Realistas de Liébana. Manuel tuvo a su mando 1.597 hombres lebaniegos, formando cuatro batallones y una compañía suelta.

Liébana no envió tropas al reemplazo del ejército nacional y la primera confrontación armada fue contra tropas constitucionales que llegaron a la villa de Potes, obligándoles los realistas lebaniegos a dejar la comarca. La fama de los voluntarios les obliga a realizar incursiones a Lamasón, Herrerías y Cabrales, obligando a los constitucionales a abandonar el puerto de Robriguero. A partir de aquí, la paz se fue imponiendo, pero la figura de Manuel de Colmenares ha quedado grabada en la historia de Liébana y de España.

TORRES MEDIEVALES DE CAMPO

torresMuy cerca de la población de Bores se encuentran el lugar de Santa Olalla, donde se edificó la antigua iglesia parroquial y aún se observan los restos de sepulturas de época medieval. Desde aquí tomamos el camino que nos conduce al barrio de Campo (Bores), donde enseguida contemplaremos dos torres medievales. Parece ser que las mandó construir el Marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza, en el siglo XV.

Las torres de Campo se sabe que pertenecieron a los Mendoza y que eran propiedad, en el año 1624, de don García Sánchez de Campo de la Lama.

La primera de las torres medievales nos la encontramos a la derecha del camino, se halla sin esquinales y tiene la puerta orientada al norte. De forma cuadrada, en el centro, se alza un fresno y dos enebros emergen por encima del muro sur. Fue construcción de tres plantas, defendida por saeteras, principalmente en el muro sur.

La otra torre se encuentra siguiendo el camino, a escasos cien metros de la anterior, y está en mejor estado de conservación. De parecidas dimensiones, aunque de más gruesas paredes y de menor espacio interior, tiene en la pared del muro este un arco de medio punto de toba, con puerta de dos hojas y un cierre que, como en la puerta principal, se corría por seguridad desde el interior de la edificación. La torre también tiene saeteras y encima de la puerta principal, que también es de toba el arco, se pueden observar dos agujeros interiores que, en forma inclinada a modo de saeteras, defendían el dintel exterior de la puerta. No cabe duda de que formaron parte de un época de luchas por el poder. 

INSCRIPCIÓN ROMANA DE LA IGLESIA DE VILLAVERDE

En el interior de la iglesia de Villaverde el arco triunfal tiene como soporte y cimiento una gran losa de tres metros de longitud, 0,50 metros de anchura y 20 centímetros de grosor, en los extremos de las cuales se hallan fundadas las dos bases de éste. En la base de la parte izquierda presenta una inscripción de gran interés, aparte de las figuras talladas en su superficie. En su parte inferior tiene tallados tres arcos simétricos y a continuación está la inscripción, que leída literalmente dice lo siguiente: «DM / ANTESTIO PATRUINO / ANTESITUS AEMILIUS / FILIO SUO ANNORUM XXV / MEMORIA POSUIT / ERA CONS CCCXCII» y cuya traducción es la siguiente: «A los dioses Manes. A Antestius Patruinus. Antestius Emilius a su hijo de 25 años puso esta memoria en la Era Consular. CCCXCII». Encima de esta inscripción se encuentra tallada la figura de un jinete de caballería en actitud guerrera y en su parte superior la talla de una roseta de seis hojas, encuadrada, a su vez, en una estrella de cuatro picos en el interior de un cuadro de mayores dimensiones. La inscripción, dedicada a los dioses Manes, nos indica que entre las creencias religiosas de la época estaba aún arraigado el culto a los espíritus de los difuntos. La piedra tiene una longitud aproximada de 1,30 metros, está finamente tallada y forma parte de la base del arco triunfal de la capilla.

También en el pueblo de Bores hay una inscripción interesante. Cuando se llevó la piedra para construir la nueva iglesia de la población, ya que la anterior estaba en el lugar de Santa Olalla, apareció el fragmento de una estela que se encuentra en el muro oeste de la iglesia, debajo de la subida a la espadaña. A pesar de que falta parte de ella se puede conocer que el difunto tenía 25 años y que está realizada en piedra de grano en el 389 de la Era Consular, que se corresponde al 351 D.C. Sus dimensiones son de 60 centímetros de largo por 25 centímetros de ancho. 

VENTANA MOZÁRABE DE ENTERRÍAS

ventanamozLo más importante y valioso que se conserva en la iglesia de Enterrías es una ventana de piedra caliza blanca, mozárabe, que hacía de peldaño para subir al coro hasta que se realizaron labores de restauración en la iglesia. Fue entonces cuando viendo su importancia se trasladó al frontal del altar mayor de la iglesia, donde puede ser contemplada. La ventana, está colocada lateralmente y presenta una estrella de ocho puntas en el centro y ocho triángulos en el resto, separados por diversas tallas y líneas que convergen en la estrella central.. Pudo pertenecer al Monasterio de San Pedro de Montero, que aparece citado en el Cartulario de Santo Toribio desde el año 1284, situado cerca del pueblo y donde los vecinos recuerdan haber visto los restos de la ermita de San Pedro, con los prados y río de Monterón.

PINTURAS MURALES RENACENTISTAS DE LA IGLESIA DE LEDANTES

ledantes1En el interior de la iglesia parroquial de Ledantes se descubrieron pinturas de época renacentista, que fueron realizadas en el siglo XVI. La escena central que se encuentra detrás del retablo principal representa a San Jorge a caballo alanceando al dragón y varias figuras entre las que se encuentran las de Santa Agueda y San Pedro. Una inscripción nos dice: «Esta capilla se hizo en el año 1533, estando Juan José de la Vega, mayordomo y pintose en el año 1562, Andrés de la Founte, mayordomo. El señor Pedro Fernando, cura». Hay otras pinturas en la iglesia, destacando una imagen de la Virgen con el Niño.

ledantes2ledantes3En la iglesia parroquial de Villaverde también aparecieron pinturas populares en la capilla del altar mayor, destacando en la parte superior un Calvario, Cristo Crucificado, la Virgen y San Juan, observándose en la parte superior derecha un obispo, que por la inscripción que figura tras su cabeza, corresponde a Santo Toribio. En la iglesia había más pinturas que quedan ocultas por el retablo del altar
mayor, así como en la bóveda, arco triunfal y en su parte exterior, una inscripción, de la cual aún se observan restos, que fue picada y borrada al ejecutar las obras de restauración de la iglesia. 

ESPADAÑA ROMÁNICA DE VEGA DE LIÉBANA

La antigua parroquia de Vega de Liébana se denominó San Vicente de Pujayo y la iglesia parroquial se encontraba en las inmediaciones del actual cementerio parroquial del pueblo, en el lugar que hoy ocupa un camping. Entre la iglesia y la carretera que conduce a Dobres un camino nos lleva hasta el cementerio, donde se levanta una espadaña románica que tiene dos vanos y en el que se puede aún apreciar donde se encontraban las campanas. El lugar se denomina el Campanario. Sin duda, la espadaña cumplía la misión de anunciar las celebraciones religiosas a los pueblos que formaban parte del concejo. Junto al muro de la espadaña aún se observan los restos de sepulturas de lanchas de una necrópolis medieval.

Tres canecillos románicos toscamente tallados, que formaban parte de la antigua iglesia de San Vicente de Pujayo, se pueden contemplar en el muro exterior de la entrada a la iglesia parroquial de Vega de Liébana.

CASA-TORRE SOLARIEGA DE OREJÓN DE LA LAMA

Los restos de la casa-torre de Orejón de la Lama se pueden ver después de pasar Vega de Liébana, a la izquierda de la carretera que conduce a Soberado, Bárago y Dobres. Allí se encontraba el barrio de La Lama, ya desaparecido.

El lugar de La Lama lo cita el Marqués de Santillana en sus Serranillas: «Moçuela de Bores, allá do la Lama, pusome en amores». El viajero que llegue hasta el caserón de la Lama encontrará los restos de la antigua casa solariega, aún con retazos originales de su construcción, así como un horno de pan y sobre estos restos, un muro que da al este y que tiene una placa con versos de Gerardo Diego, alusivos a la original serranilla del Marqués de Santillana: «Ya he visto las flores, de cabe Espinama, que lindos olores el prado derrama. A aquel que bien ama, laureles, favores y a entrambos pastores de Frama, la fama. Mozuela de Bores, mordí aquí una rama, de espino y retama, los encobridores.»

Personaje célebre, que vivió en este lugar y guerreó contra las huestes del Marqués de Santillana, fue García González Orejón de la Lama, quien en tiempos de los comuneros luchó contra el ejército del Marqués de Santillana, que estaba a favor del emperador Carlos V, derrotándolos completamente en el lugar de Tama, cuyo puente fue el centro de la sangrienta batalla. Después de esta victoria, unido a los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado, combatió contra las tropas imperiales en Villalar, donde fueron derrotados y, regresando a Liébana, donde tenía su casa solariega, fue traicionado por Mequinés, criado suyo, y fue ejecutado. Sin duda, fue otro de los grandes personajes nacidos en la comarca lebaniega. 

LA PISA O BATÁN DE LEDANTES

Es sin duda uno de los más singulares artilugios que la artesanía popular ha fabricado, para aprovechar la fuerza que los torrentes y arroyos proporcionaban con el empuje de sus corrientes de agua. En Liébana se conservan aún dos pisas: una en Aniezo (Cabezón de Liébana), construida hace unos años en el lugar que ocupaba otra más antigua, y la de Ledantes (Vega de Liébana), sin duda la mayor reliquia etnográfica que conserva la comarca lebaniega. 

El proceso de construcción de estos artefactos era el siguiente: la principal pieza del batán es la rueda, que recibe directamente el agua y transmite su giro a las piezas componentes de toda la estructura. Esta rueda consiste en un grueso eje que lleva en los extremos unos bujes de hierro sobre los que gira. Sobre el eje van montados cuatro radios llamados aspas y a estas van unidos los cambones, formando una circunferencia sobre la cual se encajan los álabes, especie de paletas que al recibir directamente la fuerza del agua hacen girar la rueda. Entre los álabes van colocados unos botes de madera que recogen el agua proveniente de la torrentera y lo comunican por medio de un pequeño canal con el peju o cajón, donde se coloca el tejido, listo para ser pisado y que necesita estar constantemente mojado. Además de la rueda sobre el eje van colocados dos trozos de madera en forma de cruz, denominados mazorgas, que al girar levantan de forma alternativa los pesados mazos, que caen sobre el tejido dispuesto en el cajón, golpeándolo de forma rítmica y monótona.

El armazón de la pisa lo forman cuatro postes, sobre los cuales van cuatro vigas denominadas llaves, que a su vez soportan otras dos piezas transversales llamadas cargaderos, que tienen una entalladura en su centro, en la cual y sobre un eje denominado yugueto, se apoyan los tirantes, de los cuales penden los gruesos mazos.

El agua que viene desviada por un canal es retenida o cortada por una rústica compuerta llamada aguatoju, desde donde se regula la entrada del agua a la pisa. La materia usada para ser pisada era el tejido de lana hilada a mano y tejida en antiguos y rústicos telares, que funcionaban manualmente. Dicho tejido era llamado sayal y tenía poca consistencia; para lo cual, para enfurcirlo y sacarle cotón, eran utilizados estos artilugios. Una vez pisado se usaba para elaborar alforjas, costales, mantas, escarpines, monteras, etc. La pieza tejida se colocaba en el cajón, doblada y los mazos al golpearla, la iban pisando. Cada seis horas se procedía a desenrollarla y se volvía a colocar de nuevo. El bataneado duraba entre uno y tres días.

Esta actividad tuvo gran auge a principios de siglo y acabó en el último tercio, debido a la introducción de nuevas técnicas. La presencia de la pisa o batán de Ledantes es un legado etnográfico que se conserva para disfrute de las nuevas generaciones.